jueves, 19 de octubre de 2017

SOLO

Bienvenido a la Antártida. Imagina el frío más insoportable que hayas sentido nunca. Bájale unos cuarenta grados más. Siente tu aliento estallando en minúsculas partículas de hielo delante de tu nariz. Escucha el trueno del mar embravecido a veinte metros por debajo del hielo que pisas. Siente el temblor. Nota el aire rasgando tus pulmones como cuchillas. La niebla como mortaja. La oscuridad helada, petrificada, de ese infierno. Bienvenido a la Antártida. 

Richard Byrd (1888-1957) vivió ese frío varias veces. Lo sobrevoló en dos ocasiones cuando se convirtió en el primer hombre en llegar al Polo Sur en avión en los años veinte. Y podría decirse que lo buscaba, porque estuvo años preparando la expedición que le llevaría a permanecer todo el invierno antártico de 1934 él solo en una cabaña, a 164 kilómetros al sur de su campamento base, en el lugar más cercano al Polo Sur que ningún ser humano había habitado hasta entonces. Un lugar que parecía pertenecer a otro planeta, con una luz y una temperatura propias. ¿Qué se siente en un lugar así? ¿Cómo se pueden describir las emociones, la intensidad del frío, la impresión al caminar a setenta grados bajo cero sobre un desierto interminable de hielo iluminado por un sol espectral que nunca termina de separarse del horizonte?

Solo es el relato testimonial de aquellos meses de soledad en el lugar más frío del planeta. El objetivo de la expedición era, por una parte, recabar información meteorológica de una parte de la Antártida de la que se desconocía casi todo hasta entonces; y, por otra, la ambición de Richard Byrd de explorar los límites de la soledad, la introspección y la resistencia del cuerpo a unas condiciones extremas. Es un relato científico y a la vez lírico. Las descripciones de la belleza del cielo en los días despejados son arrebatadas, "olas de luz batiendo el cielo", millones de estrellas bañadas por la aurora, sembrando la nieve de reflejos gris plata. El autor contempla el espectáculo extasiado, pero nunca pierde la sensación de estar en equilibrio sobre un suelo minado, siempre en peligro, amenazado por una naturaleza extremadamente hostil.

"Algunas veces sentía que era el último superviviente de una Edad del Hielo, luchando por seguir adelante con las herramientas endebles legadas por un mundo fácil y templado". Lo consiguió. Siguió adelante y exploró sus límites hasta el punto de rozar la muerte. Dejó en aquella cabaña una parte de sí mismo, "lo que sobrevivió de mi juventud, mi vanidad, quizá, y desde luego mi escepticismo. Por otra parte, me llevé algo que antes no tenía: el aprecio de la auténtica belleza, el milagro de estar vivo y un humilde repertorio de valores". 

Tras sus dos expediciones a la Antártida, sus dos vuelos al Ártico y el vuelo sin escalas cruzando el Atlántico, Richard Byrd se convirtió en un héroe nacional, aclamado a cada regreso con un desfile en su honor. Este libro cuenta la historia de un hombre que viajó al lugar más inhóspito del planeta para explorar una naturaleza virgen, y terminó luchando contra los elementos y los límites de su cuerpo y de su mente para salvar la vida. 


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