lunes, 4 de diciembre de 2017

LA LECCIÓN DE AUGUST (Firma invitada)

Una madre, una heladería y un niño con trastorno genético que produce malformaciones craneofaciales. Así es como nace la novela que lleva cinco años batiendo récords de lectores y que ha sido adaptada al cine y acaba de estrenarse. Su autora, la estadounidense R. J. Palacio, vivió una escena similar a una de las narradas en la novela y decidió escribir la historia de August. 

August es un niño de diez años que nunca ha podido ir al colegio porque su enfermedad y sus múltiples operaciones se lo habían impedido. Por eso, durante su primera década de vida vivió en la tierna calidez de la burbuja que le proporcionaron sus padres y su hermana. Aun así, siempre sentía que el resto del mundo lo observaba por su aspecto físico y que la visión de su rostro le producía horror a todo aquel que lo miraba. 

A pesar de que se siente un niño normal y de que su familia lo trata como tal, todos saben que no lo es, pero que tendrá que enfrentarse a la vida en algún momento. Por eso, sus padres deciden que tiene que comenzar a ir a la escuela y lo matriculan en Beecher, el centro donde pasará todo el curso que se narra a lo largo de la novela.

Cartel de la película Wonder.
Uno puede imaginar cómo sigue la historia y, si está acostumbrado a las comedias americanas de éxito, acertará, pero a pesar de la previsibilidad de lo que vamos a leer, hay un elemento que hace de esta novela algo especial: su estructura. Dividida en ocho partes, cada una de ellas narra la historia desde la perspectiva de un personaje diferente, lo que le da más complejidad y profundidad a los protagonistas, que adquieren redondez y ganan en matices.

La lección de August es una lección de vida: la de superar los obstáculos desde la amistad, la familia, el sentido del humor y el cariño. Creo que después de leerlo uno querría ser mejor persona, abanderarse con la amabilidad y tratar de no juzgar a los demás por su aspecto exterior. Quizás para un adulto el mensaje está muy trillado, pero para sus lectores niños y adolescentes de entre diez y trece años la novela es extraordinaria, porque consiguen empatizar de tal manera con los personajes y les gusta tanto la historia que verdaderamente se sienten tocados por la magia de August y se compadecen hasta el punto de replantearse muchas de sus propias actitudes.



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